

Hace 18 años llegué al mundo Skandia, entré como asesora a través de una agencia comercial y desde ese momento descubrí que mi propósito era ayudar a otros a tomar mejores decisiones con su dinero. Gracias a un entorno de mucho aprendizaje y apoyo, pude trazar un camino de crecimiento que me llevó, con el tiempo, a convertirme en socia de esa misma agencia.
Pero la vida, como siempre, tenía giros inesperados para mí. En 2020, después de atravesar varios cambios personales, tomé una decisión importante: cerrar ese ciclo y empezar de nuevo. Junto a mi hermana, decidimos crear nuestra propia agencia desde cero. No teníamos cartera, no teníamos garantías… pero sí teníamos propósito, compromiso y una visión clara. Así nació nuestra agencia, un mes antes de que comenzara la pandemia.
La incertidumbre fue enorme. El mundo se detuvo, los planes se movieron, y tuvimos que reinventarnos sobre la marcha. Pero lejos de frenar nuestro camino, eso nos impulsó a ser más creativas, a crear nuevos métodos de venta, a acercarnos a las personas de formas distintas, incluso a quienes no podían invertir en ese momento. Hoy, muchas de esas personas son clientes fieles, y eso me confirma que cuando haces las cosas desde el servicio y el corazón, el impacto llega.

Arrancar de cero fue uno de los mayores retos de mi vida. Pero también ha sido lo más gratificante. Poder construir algo propio, con el apoyo de mi familia, de Skandia, de nuestras clientas y clientes, y por supuesto, de Dios, ha sido un regalo. Junto a mi hermana creamos un plan de trabajo a cinco años, que sigue creciendo. Nuestro objetivo siempre ha sido acompañar, empoderar y guiar a las personas para que tomen decisiones financieras con confianza y visión.
Este camino me ha dejado grandes aprendizajes. El más importante: amar lo que haces. A eso le sumaría la importancia de innovar, de crecer, de tener disciplina y constancia. No todo será fácil, pero cada reto trae consigo una nueva oportunidad.
Hoy miro hacia atrás y me llena de orgullo lo que hemos construido.
Estoy convencida de que nuestras metas sí son posibles si las trabajamos con pasión, con equipo, con fe y con dirección. A todas las mujeres que hoy están soñando con algo propio, les diría esto:

Desde Skandia, he aprendido que generar impacto no es solo hablar de dinero: es hablar de vidas que cambian, de decisiones que construyen futuro, de confianza. Acompañar a alguien en ese proceso es un privilegio… y también una enorme responsabilidad que abrazo cada día con orgullo.