

Hacer que las cosas pasen (y que tengan sentido).
Hola, soy Juliana Uribe, cuando me preguntan a qué me dedico, suelo decir en broma que trabajo en hacer que “la magia detrás del telón” funcione. Pero en realidad, mi trabajo no es solo lograr que las cosas pasen, sino que pasen bien —con propósito, con sentido y con humanidad.
Estar al frente de Operaciones y Servicio al Cliente en Skandia, significa liderar a un equipo que, todos los días, transforma la manera en que miles de personas viven su relación con sus inversiones, su ahorro y, en últimas, con su proyecto de vida. He tenido la fortuna de crecer en una industria que combina finanzas, inversiones y confianza, donde cada decisión puede impactar la vida y los sueños de miles de personas. Detrás de cada proceso eficiente, cada llamada bien atendida o cada trámite digital que fluye sin tropiezos, hay un equipo enorme que cree en algo más grande: ayudar a que otros cumplan sus metas y logren su propósito de vida.
El propósito no se decreta, se construye
El propósito no vive en los slogans ni en las paredes de la oficina: vive en lo que hacemos cada día.
Cuando un cliente siente que algo complejo se volvió simple, o cuando un colaborador descubre que su trabajo mejora la vida de alguien, ahí ocurre la magia.
Ese es el verdadero propósito: el que se siente, se comparte y deja huella sin necesidad de decirlo.
Lo que he aprendido en el camino
He estado más de 20 años en el mundo financiero, viendo cómo la tecnología, los datos y la innovación reescriben lo que entendemos por servicio. Pero al final, lo que nunca cambia es la importancia de las personas.

que la verdadera excelencia surge cuando el equipo se siente inspirado, no presionado; y que, cuando un equipo siente que su trabajo tiene un “para qué”, la energía cambia.
Entre canchas, saltos y aprendizajes
Soy deportista desde siempre —el voleibol me enseñó la disciplina, la constancia y el valor de jugar en equipo—, y hoy esa misma energía la encuentro acompañando a mi hija, que es deportista ecuestre de alto rendimiento. Verla entrenar, caerse y levantarse, competir con el corazón y seguir adelante me ha recordado que la resiliencia no se enseña: se vive. Y que, en el trabajo como en el deporte,
los grandes resultados nacen de la pasión por lo que haces y de la determinación de no rendirte incluso cuando las cosas no salen como esperabas.
Ser mujer en este mundo (y disfrutarlo)
Ser mujer en la industria financiera no ha sido un camino lineal —pero tampoco aburrido. Aprendí a decir las cosas con firmeza y empatía, a combinar la exigencia con cercanía, y a demostrar que la eficiencia también puede tener alma. Y aunque a veces la agenda parece un deporte extremo (familia, trabajo, hijos, proyectos), me gusta pensar que la mejor versión del liderazgo es la que abraza el caos con una sonrisa.
Mis principios esenciales
- Humanidad, porque ninguna operación vale la pena si no mejora la vida de alguien.
- Excelencia, porque el servicio también puede ser arte.
- Cercanía, porque liderar es conectar, no solo dirigir.
- Propósito, porque cuando entendemos el “para qué”, los “cómos” se alinean solos.

Y mientras tanto, disfruta el camino: las conversaciones honestas, los logros chiquitos, las risas en medio del estrés. Porque ahí —en lo cotidiano— es donde el propósito se vuelve vida.